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Desde mi ventana

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"Yo no estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero me pelearía para que usted pudiera decirlo".- Evelyn Beatrice Hall"

viernes, 9 de noviembre de 2007

La camisa del hombre feliz

A veces hay enfermedades raras. Son males del alma, que repercuten en el cuerpo.Y es difícil encontrarles remedio adecuado.Para ello no basta con la ciencia. Se necesita sabiduría.



Una vez se enfermó un rey poderoso. Había librado grandes batallas en su vida.Con sus victorias había logrado conquistar imperios y tierras nuevas. Se había vuelto poderoso y rico. Pero se enfermó de gravedad.Por más que se le aplicaron todos los remedios que la ciencia conocía, la salud no volvía a su cuerpo. Evidentemente, estaba enfermo del alma.

Mucho se buscó y se consultó para encontrar una solución.Pero nadie daba con ella. Porque todos querían curar el cuerpo.Solamente un viejo sabio se dio cuenta de lo que pasabay ordenó buscar un remedio muy extraño:la camisa transpirada de un hombre feliz.

Imagínense la extrañeza de semejante diagnóstico.La cuestión fue que, debido a la gravedad del caso,se aceptó probar también la receta.Y se salió por todo el reino en búsqueda de hombres felices a quienes se les pudiera pedir prestada su transpirada camisa.

Fueron a ver a los generales del ejército victorioso.Pero lamentablemente no eran felices. Se recurrió a los eclesiásticos,pero estos no habían transpirado sus camisas.Lo mismo pasaba con los banqueros, los terratenientes, los filósofosy cuantos personajes linajudos o célebres había en todo el territorio.Se recorrieron ciudades y poblados por orden de importanciay en ninguna parte se logró encontrar esta rara coincidenciade hombres felices con su camisa transpirada

Luego de una larga e infructuosa búsqueda,los emisarios regresaron al palacio tristes y confundidos.Cuando quiso la casualidad que, al pasar frente al taller de un herrero,sintieron que desde adentro una voz cantaba llena de alegría:- Yo soy un hombre feliz, hoy me he ganado mi pan,con sudor y con trabajo, con cariño y con afán.

Cuando se lo contaron al Rey, este se dio cuenta de cuál era su mal,y ordenó que se distribuyeran sus enormes riquezas entre los pobres del reino,para que todos tuvieran al menos una camisa.Dicen que desde entonces se sintió mucho mejor...

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